¡Quién no ha tenido una pájara!

La famosa pájara del ciclista. ¿Quién no la ha tenido alguna vez?. Hace años se hacían famosas en el pelotón ciclista profesional por haber dado más de una victoria sonada a alguno, a fuerza de dejar arrastrándose por la carretera a algún otro.

Sin embargo en los últimos años parece que han desaparecido de las televisiones, pero tu y yo sabemos que al pelotón ciclista aficionado nunca le abandona.

Vamos a repasar brevemente en este artículo que es la tan temida pájara y te invitamos a que tomes nota de unos consejos para tratar de evitarla. No todo para la práctica de la bici es mecánica, ropa, accesorios o saber montar. Como en toda práctica deportiva la alimentación es esencial y para hacerlo bien hay que saber como.

Empleamos el término «pájara» como  algo divertido pero para el que la padece es algo miserable. Una «pájara» en gramática parda aplicada al ciclismo no es sino un agotamiento de las reservas de carbohidratos de nuestro organismo a consecuencia de haber realizado un ejercicio de forma continuada.

Los músculos en nuestra sesión de bicicleta consumen combustible que obtienen de las grasas y de los carbohidratos. Las grasas almacenadas en los tejidos se reducen a ácidos grasos que son transportados vía sangre hasta los músculos.  Y por otro lado los carbohidratos que están almacenados en los músculos en forma de glucógeno y no precisan de transporte sanguíneo.

Pero en pleno esfuerzo físico no solo los músculos precisan de aporte energético,  por ejemplo cerebro y sistema nervioso también precisan de aporte que reciben vía sangre gracias a la glucosa. La regulación del contenido de esta en sangre es la clave. En máximo esfuerzo todo es demanda de glucosa. Y el encargado de asegurar el equilibrio es el hígado que es donde se encuentra digamos «el depósito de reserva».

Por tanto cuando la demanda de energía es superior a la almacenada en músculos y la que llega por sangre a estos (las reservas de glucógeno se han agotado) el cerebro recibe un mensaje de desorientación, fatiga, irritabilidad… nos ha llegado «una pájara».

Tranquilos, tiene cura. Una ingesta de líquidos y sólidos ricos en carbohidratos repondrá nuestras reservas de glucógeno en el hígado. Serán productos que se digieren rápidamente, se convierten en azúcares simples y son absorvidos en sangre para pasar a músculos, hígado y otros órganos.

Combina alimento sólido con líquido.

Utiliza bebidas y barritas energéticas y también frutos secos, plátanos y barras de cereales pueden servirte.

No olvides salir con estas cosas, no para cuando te pase… sino para prevenir. Bebe y come frecuentemente.

Empieza a comer algo pasados 30 minutos del inicio de la etapa. Y a partir de ahí cada 45minutos +/-.

Hazlo sin ansiedad, disfruta de cada sorbo y de cada bocado. No engullas.

No te fuerces. Si te cuesta comer nada más levantarte… madruga un poco y deja que el cuerpo pida comida, pero no salgas sin haber desayunado. No ingieras alimentos que no te gusten y que no hayas probado antes su efecto.

No esperes a beber cuando sientas sed, hidrata continuamente en pequeñas cantidades.

Lado positivo: aprenderás a conocerte a ti mismo a pesar de los errores.

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