Nacidos para correr
Nos gusta el running y somos muy meticulosos y exigentes cuando escogemos nuestras zapatillas de correr, las gafas deportivas o reloj pulsómetro, pero en pocas ocasiones nos preguntamos cómo es que podemos correr.
El pie, con sus 26 huesos y 20 músculos, es una obra maestra diseñada para realizar dos funciones: la absorción del impacto en el apoyo y la propulsión para realizar el paso siguiente.
Para poder cumplir con estas dos funciones se sacrificó el pulgar, que hasta ese momento había permitido a los simios cogerse de los árboles, que pasó a ser un dedo más, alineado con los otros cuatro dedos del pie.
Otra de las adaptaciones evolutivas clave para la forma bípeda de caminar de los humanos fue el desarrollo de arcos permanentes en los pies, uno que recorre la planta del pie del talón a la punta y otro que la recorre de lado a lado, lo que permite la absorción del impacto en el apoyo del pie y proporciona la flexibilidad necesaria para caminar o correr a diferentes velocidades.
Prueba de la importancia de estos arcos es que las personas que tienen deformaciones en los arcos son propensas a sufrir lesiones en tobillos, rodillas y cadera.
Todo esto os lo explicamos porque hace unas pocas semanas se presentaron en la revista Science los resultados de la investigación realizada por el investigador Donald Johanson y su equipo a partir del hallazgo de un metatarso completo del cuarto dedo de un pie. Este metatarso fue encontrado en el mismo yacimiento de Etiopía donde en el año 1974 se descubrió un increíblemente bien conservado fósil de una hembra de una especie de homínido desconocida en aquel entonces que bautizaron como “Lucy”.
El metatarso hallado mide 6,7 cm. de longitud y 1 cm. de anchura, pero lo importante no es su tamaño sino su forma, ya que presenta una torsión como si se hubiera cogido por los extremos y éstos se hubieran girado en sentidos opuestos.
Comparando la forma del fósil hallado con el mismo hueso de otras especies, se concluye que los australopitecos de hace 3,2 millones de años ya tenían el cuarto metatarso arqueado como las especies humanas posteriores, mientras que los chimpancés y los gorilas lo tienen más recto como los simios anteriores.
Miembros del equipo de investigadores están convencidos de que el bipedismo, combinado con unas fuertes mandíbulas, permitieron a ‘Lucy’ y a sus parientes abandonar las copas de los árboles y colonizar áreas abiertas con distinto tipo de alimentos.
El metatarso hallado confirma que ‘Lucy’ ya caminaba erguida y podía correr.
Por supuesto que estamos diseñados para correr, como todas o casi todas las especies terrestres superiores, nos sentimos bien y nos gusta.