Los puertos de montaña más especiales del Pirineo

Pocas cosas gustan más a un ciclista que subir un puerto de montaña por una carretera escénica, tranquila y solitaria. Los ciclistas se entregarán gustosos al sufrimiento de afrontar porcentajes de desnivel de dos dígitos si al final les espera una recompensa en forma de maravillosas vistas… y la satisfacción de haberlo conseguido. En esta selección de puertos de montaña para bicicleta de carretera descubrirás algunos de los puertos de montaña más especiales del Pirineo.

Puertos fronterizos vasco-navarros

Empezamos en el Pirineo vasco-navarro, con uno de los primeros puertos de montaña que encontramos junto al Cantábrico y que culmina en la frontera entre Francia y Navarra. Se trata del alto de Ibardin, un puerto que se puede subir desde el lado francés, partiendo de la localidad de Olhette, o bien desde Beria, en Navarra. La vertiente francesa fue un clásico de la Vuelta al País Vasco en los años 80 – 90, y es algo más corta y dura que la vertiente navarra. Si quieres añadir un extra de dureza a este corto puerto, de apenas 6 kilómetros, puedes seguir 800 metros más hasta las Ventas de Ibardin, donde te esperan pendientes de hasta el 18,5%.

El puerto de Larrau, también en plena frontera francesa, es otro de los gigantes pirenaicos con números que asustan. Desde la vertiente francesa, que parte de Larrau, tiene unos 11 kilómetros y asciende nada menos que 917 metros. La vertiente española sale de la población navarra de Ochagavía, y con 15 kilómetros de longitud, suma un desnivel de 800 metros, aunque la subida es más progresiva, y no tiene rampas muy duras. En ambos trayectos se atraviesan densos bosques que van dejando paso a las laderas rocosas y peladas a medida que se gana altura. 

Subiendo a los circos e ibones aragoneses

La entrada en los Pirineos aragoneses la hacemos por un escondido valle que nos llevará a la Selva de Oza, en pleno Parque Natural de los Valles Occidentales, en la provincia de Huesca. Nuestro destino es el puerto de Oza, un trayecto que desde la población de Echo tiene 14 kilómetros y acumula 410 metros de desnivel positivo. Es por tanto un puerto largo pero tendido, que sube por una solitaria y estrecha carretera, atravesando numerosos parajes de interés. El monasterio de San Pedro de Siresa, el desfiladero de la Boca del Infierno o el río Aragón Subordán son algunos de los enclaves que te descubrirá este escondido valle. 

En plena comarca del Sobrarbe, y dentro del espectacular Parque Nacional de Ordesa y el Monte Perdido encontramos la subida al puerto de Tella. Sus 8,37 kilómetros desde el Hospital de Tella y un desnivel acumulado de 672 metros lo convierten en un puerto duro y sobre todo muy constante, moviéndose siempre entre un gradiente del 6 y el 9%. Dicen que las montañas que rodean la zona son mágicas y que las brujas son protagonistas de más de una leyenda local. En todo caso, mágicas o no, las vistas van a hacerte más llevaderas sus exigentes rampas. 

A punto de dejar el Pirineo aragonés, en pleno valle de Benasque, encontramos la subida al alto de Ampriu, un magnífico circo pirenaico donde se encuentra la estación de esquí de Cerler – Aramón. Desde Benasque el puerto asciende 767 metros en sus 13,5 kilómetros, con una pendiente media del 5,68 % y un par de bienvenidos descansos. En este puerto las rampas más duras se acumulan al principio, mientras que los prados alpinos que nos esperan arriba los recorreremos con pendientes más llevaderas, en torno al 6%. 

El ibón de Llauset es nuestro siguiente destino. La subida al alto de la presa de Llauset desde el núcleo de Aneto tiene 12 kilómetros y se suben nada menos que 1300 metros. Aunque el gradiente medio es del 6,6%, tiene muchas rampas cercanas al 10%, y el firme está en mal estado en algunos puntos. Subiendo, tendremos unas vistas privilegiadas del valle del Noguera Ribagorzana, hasta que, muy cerca de coronar el puerto, entraremos en un túnel de 1 kilómetro, completamente recto y con una pendiente del 8%. El túnel, algo inquietante, acaba justo en el embalse de Llauset, un espectacular lago alpino. Se trata de uno de los puertos más especiales y espectaculares de los Pirineos.

Puertos duros y escondidos en el Pirineo catalán

Nada más entrar en los Pirineos catalanes subimos un puerto escondido, una de las primeras ascensiones de la Val d’Aran, el Guardader d’Arres desde Bossòst. Se trata de un puerto corto y duro, de 8 kilómetros y 620 metros de desnivel, que serpentea a través de un cerrado hayedo que no nos dejará ver el valle que vamos dejando atrás hasta casi llegar al mirador d’Arres. Si vas en bicicleta gravel podrás conectar con el alto de Saut Deth Pish, ya que los une una pista de tierra.

En Andorra es casi obligatorio subir a uno de sus puertos míticos, el Coll de la Gallina. La vertiente de Fontaneda constituye una de las subidas más duras del principado: 12 kilómetros de longitud con una pendiente media del 8,5 %, y con el kilómetro 8 con una media del 12 % y rampas de hasta el 18 % y tres kilómetros finales con una media del 9,6% y rampas de nuevo de hasta el 18 %. Se trata de un puerto de mucha dureza, poco conocido en comparación con los grandes puertos andorranos y que va serpenteando por el valle que dibuja el río Os de Civís hasta culminar a 1910 metros de altura.

De vuelta a Catalunya, nos encontramos con un desconocido y temido gigante de los Prepirineos, el coll de Pal. Sus números son impresionantes: 20 kilómetros de longitud desde Bagà y 1310 metros de desnivel acumulado. Es un puerto muy constante, cuyo gradiente nunca baja del 5%, con rampas del 13%, que va ascendiendo por el valle del río Bastareny. A lo largo de la subida el trayecto nos regala unas extraordinarias vistas del Berguedà, y al coronar podremos contemplar la comarca de la Cerdanya en todo su esplendor.

Y para finalizar este recorrido por los puertos de montaña más especiales del Pirineo nos despedimos con otro puerto duro, de primera categoría y testigo de numerosas finales en alto de la Vuelta a España y la Vuelta a Catalunya: Vallter 2000. Aunque oficialmente la ascensión empieza en Setcases, es muy recomendable iniciar el trayecto en Camprodon, para así poder disfrutar del precioso valle del Ter. Desde Camprodon tiene 23 kilómetros y 1200 metros de desnivel acumulado. El puerto empieza suave, pero tiene los kilómetros más duros al poco de pasar Setcases. La última parte, con sus características curvas de herradura vuelven a ser duras, pero tienes un pequeño descanso en cuatro kilómetros antes de coronar, para poder afrontar la última parte con algo más de aliento. 

Dani Gómez

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