Acaba de arranca la décima edición de la Titan Desert, una de las pruebas de mountain bike más exigentes que existen, de hecho hay quien dice que es la más dura del mundo. Discurre entre Marruecos y Argelia pasando por el Atlas. 607 kilómetros en 6 etapas, por parajes bien diversos.


Deporvillage
patrocina a David Pons, unos de los más de 600 deportistas que han iniciado esta aventura, con el dorsal 436. Lleva preparándose desde hace semanas. En cualquier caso es un apasionado del deporte sobre dos ruedas y no es ni mucho menos el primer desafío que afronta. Deseamos que disfrute tanto de esta experiencia como nosotros lo hacemos apoyándole.

La Titan Desert supone ante todo un reto humano. A parte de la dificultad técnica de las etapas en sí mismas, las condiciones ambientales son poco comunes: ningún lujo, ausencia de comodidades superfluas, baños comunes, menú básico a base de arroz, pasta, pollo fruta y poco más durante toda la semana…Y sin embargo hay muchas personas que repiten cada año.

Dicen que son, precisamente, las situaciones más duras y extremas las que mejor se graban en nuestro cerebro. Quizá por eso el ambiente entre los participantes, a pesar de estar compitiendo, es distinto al habitual en una carrera convencional. El desierto une.

Y aunque la mayoría de los participantes es «gente normal» (como nuestro David) también atrae cada edición a más deportistas profesionales. Conocidos ultrafondistas como Josef Ajram o la triatleta Maria Pujol ya han participado en diversas ocasiones. Este año hay también una importante participación de corredores de primer nivel en el ámbito internacional, como el checo Ondrej Fojtik, que persigue mantener el título ganado el año pasado; Milton Ramos, Cory Wallace, Bram Rood, Julen Zubero, Ibon Zugasti, Martin Horak…

Hay historias personales de superación detrás de este evento que te llegan al alma. Por ejemplo hay quien participa después de haber sufrido una amputación, haber perdido un pulmón o haber padecido un ictus. Lo contaban este fin de semana en La Vanguardia.

Y cada etapa en un reto distinto en sí mismo. Los 2.652 metros de desnivel acumulado en la primera etapa, multitud de cruces y caminos secundarios en los que perderse en la segunda si no vas bien atento, camino pedregoso con 1.110 metro de desnivel de la tercera etapa, el desierto sin posibilidad de recibir asistencia mecánica o fisioterapéutica de la cuarta, la ausencia de señalización ni flechado de la quinta, y la sexta no tiene nada extraordinario… salvo que los corredores llevan al límite los cinco días previos.

Estaremos muy atentos a la evolución de la prueba. Por supuesto siguiendo a David etapa tras etapa.

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