Cómo mantener y cuidar la cadena de la bicicleta

La cadena es uno de los componentes más importantes y a la vez más olvidados de la bicicleta. Es la encargada de transmitir la fuerza del pedaleo a los piñones del eje trasero y su correcto mantenimiento protege todo el sistema de transmisión, al mismo tiempo que nos permite un pedaleo fluido y sin ruidos.

Las cadenas de bicicleta modernas están hechas de acero o aleaciones de acero (acero-níquel, acero-zinc, etc) y consisten en la unión de una serie de eslabones. Cada eslabón está compuesto de dos placas interiores y dos placas exteriores, unidas por un perno y un rodillo. Hay dos tipos de eslabones, macho y hembra. Algunas cadenas de uso muy específico, como las de las bicicletas de piñón fijo, están formadas por medios eslabones, de manera que se conectan en sus extremos sin necesidad de usar eslabones macho y hembra. La distancia entre los ejes de los pernos se denomina “paso”, mientras que el ancho de la cadena es la distancia entre las placas interiores. El ancho varía según la cantidad de piñones que tenga el casete (a mayor número de piñones, menos espacio entre estos y por tanto es necesaria una cadena más estrecha). El paso solo varía con el desgaste, y es un aspecto crucial del mantenimiento y del buen funcionamiento de la transmisión.

Cómo afecta el desgaste de la cadena

La cadena es una parte muy importante de la transmisión de la bicicleta, ya que se encarga de transmitir la fuerza que se ejerce sobre los pedales a la rueda trasera. Con el paso del tiempo, las fuerzas a la que están sometidos los eslabones causan el desgaste de sus componentes, ya que esa fuerza se transmite creando una tensión en los elementos de la cadena. 

No se puede determinar el desgaste de manera exacta según los kilómetros recorridos, ya que los factores causantes de su deterioro son varios. Una bicicleta que se use en recorridos llanos, sin arrancadas fuertes y cuya cadena se mantenga limpia y bien lubricada durará mucho más que una cadena sometida a mayores esfuerzos y que esté sucia. Una cadena estirada tiene sus componentes más debilitados y, por lo tanto, es más propensa a la rotura. Su encaje con los dientes de platos y piñones no es tan preciso, por lo que hará más ruido e incluso dificultará los cambios de marcha. Y lo que es peor, una cadena totalmente desgastada podrá deformar irreversiblemente los dientes de platos y piñones. 

Cómo medir el desgaste de la cadena

Un medidor de desgaste de cadena es una herramienta muy sencilla de utilizar que nos indicará si es la hora de cambiar la cadena. Es una pieza de metal alargada con diversas protuberancias que, al encajarse entre los eslabones, nos indicará el porcentaje de desgaste o estiramiento de la cadena. Cada lado de la herramienta mide hasta dos porcentajes de desgaste, por lo que, usándola por ambos lados, tendremos hasta cuatro medidas de desgaste, que suelen ser del 20%, 50%, 75% y 100%. 

Cuando el desgaste supera el 75%, o incluso antes, es el momento de reemplazar la cadena, pues le quedará muy poca vida útil. En ningún caso debemos dejar que vaya más allá del 75%, pues una cadena desgastada al 100% deteriora también los dientes de los platos y los piñones. Cuando sucede esto, aunque pongamos una cadena nueva, su funcionamiento no sería correcto, ya que los dientes de plato y piñones se habrían desgastado también, quedando muy afilados y haciendo que la cadena no encaje correctamente. 

Un mantenimiento adecuado de la cadena

El mantenimiento de la cadena se basa en la limpieza y la lubricación. Si la cadena está sucia, esa suciedad actuará como una lija que contribuirá al desgaste de los componentes de la cadena y también de los dientes de platos y piñones. Antes de pensar en lubricar la cadena hay que limpiarla correctamente, especialmente en el caso de las bicicletas de montaña y de gravel, más expuestas al polvo y el barro. 

El primer paso siempre debe ser quitar los restos de lubricante y suciedad. Si la cadena está muy sucia se puede utilizar primero un trapo húmedo y pasarlo por la cadena, sin ejercer mucha presión para no rayar los componentes. En segundo lugar se puede utilizar un desengrasante específico para cadenas de bicicleta, dejándolo actuar unos minutos, y enjuagando después con una solución de agua y jabón. El tercer paso es secar bien la cadena y finalmente aplicar el lubricante. Idealmente se debería poner una gota en la junta de cada eslabón. En caso de una aplicación más general, asegúrate de limpiar el exceso de lubricante con un trapo limpio. 

Existen aparatos específicos para limpiar la cadena que funcionan muy bien y que cuentan con un pequeño depósito para los productos de limpieza y cepillos que limpian la cadena. Suelen venir acompañados de cepillos para limpiar el casete y los platos, y facilitan mucho el proceso. 

En cuanto al lubricante, debes escogerlo dependiendo de las circunstancias en las que ruedes. Aunque hoy en día existen numerosas fórmulas, básicamente los lubricantes se dividen entre los que están basados en aceites y los que están basados en ceras. Las ceras utilizan una base de agua con partículas cerámicas o de teflón diluidas. Al evaporarse el agua, estas partículas quedan adheridas a la cadena, creando una película protectora sobre la que es más difícil que la suciedad quede pegada. También son más fáciles de limpiar, y como inconveniente tienen su menor duración, y que su aplicación debe hacerse horas antes de empezar a utilizar la bicicleta, para facilitar la evaporación de su base líquida y la formación de la capa protectora. 

Los lubricantes basados en aceite tienen más viscosidad, pueden aplicarse y utilizarse sin esperas, y duran más, además de proporcionar un rodaje menos ruidoso de la cadena. Su desventaja es que su mayor densidad atrae mucho más la suciedad. Normalmente se comercializan diferentes aceites lubricantes para rodar en seco o en mojado. Los aceites más densos funcionan mejor en entornos húmedos, ya que resisten mejor en la cadena al agua y al barro.

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Dani Gómez

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