Una de las recomendaciones más extendidas para tratar las lesiones o molestias al realizar deporte es la aplicación de frío o de calor sobre la zona afectada. Siendo además paradójico que, en muchas ocasiones, recibamos el consejo de aplicar conceptos tan opuestos como estos dos para tratar una misma lesión. Y es que los efectos de tratar con bajas o altas temperaturas son también muy diferentes. Mientras que el calor tiene un efecto vasodilatador, favorecedor del flujo sanguíneo en nuestros tejidos, el frío en cambio tiene un efecto diametralmente opuesto. Potencia la vasoconstricción, o lo que es lo mismo, la reducción del flujo sanguíneo en la zona afectada. Podemos decir por lo tanto que contribuye a una reducción de los procesos inflamatorios.

Un estímulo para cada cosa

Ante esta situación ¿Qué es mejor aplicar cuando nos lesionamos? ¿Frío o calor? Porque a tenor de las recomendaciones cruzadas existe bastante confusión sobre qué es lo verdaderamente efectivo. Pues bien, lo primero que tenemos que aclarar en esta situación, es para qué tipo de lesión es adecuado cada uno de estos dos estímulos. Obviamente no todas las lesiones son iguales y por tanto, no requieren del mismo tratamiento reparador. Es ahí donde sí cobra sentido el que existan tratamientos de calor o de frío para mitigar los efectos de una posible lesión o molestia.

Cuándo aplicar el frío en una lesión

Atendiendo a los efectos del frío, deberíamos aplicarlo cuando tenemos una lesión muy reciente, diremos que en el momento inmediatamente posterior a que se produzca. Es especialmente interesante aplicar frío cuando, además, en esos momentos posteriores a producirse la lesión experimentamos también una inflamación en la zona. El frío en estos casos reduce la inflamación, el dolor y favorece la recuperación.

En qué lesiones es más adecuado aplicar frío

Para reducir el daño producido en los tejidos y el dolor, el frío es efectivo en las siguientes lesiones:

  • Esguinces
  • Sobrecargas musculares
  • Fracturas óseas
  • Tendinitis
  • Rotura de fibras
  • Luxaciones

Cómo aplicar el frío

Como norma general, el frío debe aplicarse en la fase aguda de una lesión, es decir, en los instantes inmediatamente posteriores a que se produzcan. Dependiendo de la lesión, esto es un periodo máximo de hasta 3 días o 72 horas posteriores a la lesión. Hacerlo además con aplicaciones fragmentadas, de no más de 20’ y una frecuencia de cada 2 horas.

No aplicar directamente sobre la piel.

Cuándo aplicar el calor en una lesión

Conociendo los efectos de la termoterapia o aplicación del calor, esta debería suministrarse en una lesión que se encuentre en fase crónica, es decir, que ya esté avanzada y en donde siempre la inflamación haya desaparecido, algo que generalmente ocurre no antes de las 72 horas de producirse la lesión.

La aplicación de calor permite bajar la presión arterial provocando un efecto de sedación y relajación que reduce el dolor.

En qué lesiones es más adecuado aplicar calor

Para reducir el daño producido en los tejidos y el dolor, el calor es efectivo en las siguientes lesiones:

  • Patologías crónicas
  • Sobrecargas musculares
  • Espasmos 
  • Artritis
  • Rigidez

Cómo aplicar el calor

No es recomendable aplicar calor en periodos superiores a los 20’ y en una frecuencia menor a las dos horas entre aplicaciones. No se debe aplicar, igual que ocurre con el frío, directamente sobre la piel.

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